
Entré al Saloon sin nada de valentía, las puertas bamboleantes del sitio me golpearon varias veces hasta que entre. La gente se fijo en mí por la torpeza acaudalada desde hace años... me encomendé a la barra.
Un oso marino ataviado de camarero se acerca a mí en dispoción de que le pida algo. Le pregunto la hora, tuerce el morro y me responde:
-Serán las seis en pocos instantes... beberá algo el señor?
-Sí, déme un vaso de agua...
Mi aspecto rudo de vaquero aleccionado deja al barman
extrañado. Veo que me mira de arriba a abajo, pero procede a la labor. Hay gente jugando cartas, apuestas fuertes por lo que noto en sus tonos.
-Su vaso de agua.
-¿Qué?
-Su vaso de agua, digo.
-No le he oido, el piano está muy alto, y algo desafinado, no escucho bien..
-Yo le escucho perfectamente, -me dice, mientras repasa un vaso de whiskey con un paño raído.
La melodía del piano es asquerosa, aparte de sonar fatal y agudísimo.
-Oiga, la fea esa del piano, con cara de mongólica doctorada, ¿no puede ir al baño y quedarse allí un rato?
-¿Quién? ¿Janet? ¿La pianista?
-Sí, la informe esa...
-Sí, mi hija. Es una lástima que no le guste, y un problema que me cuente a mí esas cosas..., busca algo por estos lares? Le puedo enviar a un sitio más placentero que este tugurio. No haga muchos ademanes, tengo un hierro aquí, debajo de la barra, que puede hacer que cambie de opinión...
-Siempre me gustó el piano, además es una de mis favoritas, la que toca ahora digo...
-Le he preguntado si busca algo por aquí...
-He quedado con la hija del Sheriff, ya sabe, esa mojigata fácil para un hombre de mi porte...conoce las habitaciones del Motel como la palma de la mano, golfa y cachonda donde las halla..
-Ah, sí, mi sobrina. La tengo en un altar. La gente la toma por lo que no es, dicen que se acuesta con cualquiera pero no conozco un hombre vivo que me haya dicho tal cosa...
-Bueno, amigo, no son las seis todavía, no?
-No.
-Pues me voy a por espuelas, que me cierran. Luego si eso nos vemos, eh?
-Si.
-Adiós.
-Adiós.